Desde que existe la comunicación ha existido la necesidad de contar con traductores. El mundo se ha convertido en un lugar más pequeño y la globalización ha provocado que las personas estén en mayor contacto, la necesidad de disponer de traductores ha aumentado, así como también los mitos que rodean a la traducción. No basta con que los traductores sepan sólo el vocabulario y la gramática de un idioma. No se trata de simplemente sentarse con diccionarios y traducir palabra por palabra.
A continuación algunos de los mitos más comunes acerca de la traducción.
1) Las personas bilingües pueden traducir
Haber crecido en un entorno bilingüe no convierte a una persona en traductor de manera automática. No se puede despertar de un día para otro y decidir hacer traducciones de calidad simplemente porque entiendes los idiomas de trabajo, eres fluido en ellos o incluido eres nativo en ambos idiomas. El idioma oral es distinto del idioma escrito y quienes pueden hablar fluidamente un idioma no necesariamente tienen habilidades para redactar bien. La traducción, sin embargo, va más allá de escribir. Entender la teoría de la traducción es algo que se aprende. Es necesario entender los problemas y complejidades inherentes a los idiomas a traducir.
Un traductor debe saber cuándo -y cuando no- es importante traducir los elementos culturales del texto original en la versión traducida. Los enfoques que se deben tener cuando se traducen textos legales, técnicos o filosóficos son también distintos.
2) Una traducción toma poco tiempo
La traducción es un proceso que toma una cantidad de tiempo considerable. Resultaría imprudente pensar que una traducción es algo sencillo y que se puede hacer casi de manera instantánea. No se trata simplemente de sustituir las palabras de un idioma con las de otro.
Un digitador competente puede copiar un texto de 3.000 palabras en poco más de una hora. No obstante, llevar estos números a la traducción sería un disparate. El número real de palabras que un traductor puede producir en una hora puede variar dependiendo de la complejidad del texto que se está traduciendo. Aun así, el número promedio de palabras que un traductor traduce en un día va desde las 2.000 a las 3.000 palabras.
Hay una cantidad de tiempo importante destinada a que el producto final luzca como si nunca hubiese sido traducido. Este tiempo se usa en
- Buscar definiciones, sinónimos, uso de palabras, etc.
- Considerar contexto, conceptos, semántica, ambigüedad, influencias culturales, etc.
- Editar y corregir la gramática, la puntuación y el uso de mayúsculas.
3) Los software para traducir o los traductores que hay en internet son absolutamente confiables
Mientras que el software de traducción puede ser de utilidad para ciertas tareas –ayuda al lector a entender la idea general del texto- está lejos de ser una fuente confiable de traducción. El problema de la traducción en línea o del software es que estos carecen de un conocimiento profundo del lenguaje. No entienden la ambigüedad, como lidiar con las irregularidades del idioma y son propensos a producir inexactitudes considerando la multiplicidad de significados que un término puede tener. Un traductor humano es capaz de comprender el contexto y posee el conocimiento necesario con respecto a la cultura que da forma al idioma.